Maldito sea tu nombre

Extracto de Maldito sea tu nombre

Entró en el recibidor. Novísimo, pulcro, y con la seguridad típica de un edificio de oficinas. ¡Ah! No tan habitual. Notaba el control mágico sobre los agentes, que podía zombificarlos en minutos.

Nada más verle, comenzaron a transformarse. Atravesó el control de acceso y corrió por las escaleras, logrando subir varios pisos hasta cruzarse con algunos totalmente alterados. El veneno urticante en las balas de su semiautomática los dejó aullando en el suelo. El dolor era lo más rápido para romper el embrujo.

"Planta trece... Seguro que aquí se pone emocionante."

No los podía esquivar más. Lo que veía uno, lo veían todos. Pero se aprovecharía de su mente colmena. Mientras dejaba que se aproximaran, realizó una invocación.

Surgió como un círculo de llamas y, sólo con aparecer, detuvo el avance de los zombificados. Percibían su poder, y sus cerebros trastocados dudaban. Retrocedían ante el extraño fuego que no quemaba, pero inflingía dolor. El espíritu rodeó a su convocante como un muro incandescente. En segundos se expandió, barriendo a los zombis de alrededor cuyos gritos bestiales cambiaron a alaridos humanos. Protegido así, el brujo reanudó su marcha.

Faltaban varios pisos y todavía encontraba zombis en el camino. Había despedido al ente, su magia era agotadora. Con sorpresa, se percató de que las luces... ¡Parpadeaban! El ritual estaba avanzando. ¡No llegaría corriendo! Debería arriesgarse con un ascensor.

“Al menos viajaré en primera...”

Llamó a uno e inició el conjuro más raro que conocía, la posesión de maquinaria. Con el control completo del ascensor, evitaría quedarse atrapado. Mientras, oía rugidos zombi cada vez más cerca.

Terminó a tiempo para defenderse. Pateando y disparando, logró entrar en la cabina. Pulsó el último botón, sin dejar de apuntar su arma. Cuando el ascensor comenzó a subir se apoyó contra la pared, cansado.

“Vamos, vamos...”

Era increíble, había llegado sin contratiempos. Con cuidado, oteó el entorno. No percibía nada, excepto una tremenda energía en el piso de arriba. No podía ser tan fácil ahora.

“Venga ya, ¿sólo tienes esclavillos torpes? Qué decepción.”

De repente, los sintió. ¡Muertos resucitados! Súbitamente, manos cadavéricas reventaron las columnas que les emparedaban, haciendo saltar una miríada de cascotes. Pero se quedaron cerca de la puerta del nivel superior. No eran idiotas, era él quien quería pasar.

Les observó un instante. Sus carnes resecas estaban cubiertas por protecciones, y empuñaban una especie de katana. Volarles la cabeza no serviría, sólo destrozándoles el corazón los abatiría. Miró en derredor suyo, buscando algo útil. ¡Ajá! ¡Una manguera contra incendios! Fue por ella despacio, los zombis vigilaban sus pasos. Al romper el cristal y apuntarles con la boca, se lanzaron por él. Abrió la válvula y, dirigiendo el chorro al revivido más cercano, convirtió el agua en un ariete de hielo, tirándolo por una ventana.

El segundo esquivó el chorro y saltó hacia él, obligándolo a tirar la manguera y la pistola. Empuñando su cuchillo militar, desvió por poco el primer mandoble y bloqueó el segundo. Un tremendo puñetazo del zombi le hizo trastabillar, pero así pudo sacar su revólver. El primer disparo, en la rodilla, y el monstruo perdió el equilibrio. Otro le arrancó la pierna de cuajo, y el chamán se le echó encima.

¡Forcejeaban! ¡Rodaban! Era una confusión de extremidades y filos danzantes. Finalmente, y tras recibir buenos cortes, pudo desarmarlo y arrancarle el peto. Tres balazos al corazón después se incorporó, dolorido por demasiadas partes. Sólo unas puertas macizas, protegidas por magia, bloqueaban su paso.

Con su sangre, dibujó un pentagrama sobre ellas. Esa mágica figura multiplicó el efecto de su patada, reventando la madera. Las astillas volaron hacia el interior, y subió fatigado las escaleras que llevaban a la sala de la invocación.

Era enorme, sin columnas o tabiques, un considerable espacio enmarcado por grandes ventanales. Tras un altar, la hechicera le perforaba con la mirada. Hermosa, radiante, elegante, y con un extraño tocado, era toda una visión.

—Llegas tarde, brujillo —La mujer le sonrió despectivamente—. El ritual hace rato que terminó, y el Maestro está muy cerca...

La bruja miró al techo, hacia una extraña condensación vaporosa. Proyectaba un rayo de luz sobre un joven hipnotizado. Mierda, se había dejado su 9mm. Y sólo tenía una bala en el revólver, sin tiempo para recargar. Además, un muro mágico resguardaba al muchacho.

“¿Protegerá contra caídas?”

Con una sonrisa maquiavélica, extendió su mano izquierda hacia arriba, como si fuera una garra. Musitó su conjuro y simuló tirar hacia abajo. Crujiendo, el suelo bajo el muchacho se hundió con estrépito, desplomándose al piso inferior.

—¡No! ¡NO! —La bruja palideció y levantó a una mujer joven del suelo. La agitó desesperada—. ¡Llámalos otra vez! ¡Que lo detengan!

Mientras, el haz buscaba otro objetivo frenéticamente.

—Mi señora... no... —¡Tenía una discípula! ¡Así había podido controlar a los zombis y hacer el ritual simultáneamente! La aprendiz cayó de rodillas, agotada, justo cuando la luz enfocaba hacia donde estaba.

Rayos multicolor rodearon a la joven y un tremendo restallido tiró de espaldas a ambos hechiceros, reventando los cristales de la gran estancia. Bokor, el ser de nombre maldito, había poseído a la joven. Su voz sobrenatural llenaba el lugar.

—¡CHAMÁN! ¡Has perdido tu oportunidad! —Miró a la bruja—. Prescindo de tu servidumbre, criatura lamentable. ¿Creíste que venía a iluminar a la humanidad? Verás como la someto a mi voluntad... ¡Gracias a TI!

En un fogonazo, la poseída desapareció. El brujo se incorporó y fue hacia la hechicera. Vio su rostro retorcido de confusión. Bokor había roto su influjo sobre ella, ya no era su zombi.

—No te aflijas, no ha muerto nadie —El chamán la abrazó fuerte—. Todavía puedes redimirte.

—Yo... no puedo... —Comenzó a balbucear ella.

—¡Sin chistar! Tu penitencia será ayudarme a cazar a ese cabrón —La cogió en brazos y se largo de allí rápido. Del desastre que se encargara la policía... Ya tendría bastante con evitar la guerra que Bokor quería desatar.

“Y el héroe salva a la pobre chica... malvada. Vaya día.”
Allá por 2011 me decidí a participar en un concurso de relatos de temática zombi. En la preparación del texto me inspiré en la primera película de la saga Die Hard ("Jungla de cristal" en España), lo que me hizo situar la acción en un rascacielos aunque cambiando a los criminales por zombis. Entonces, y aún a día de hoy, que un templo moderno de las "artes arcanas" del comercio y las finanzas fuera donde se realizara un ritual de magia negra me resultó bastante adecuado.

La segunda característica que distingue a esta narración es que sus zombis no son muertos vivientes, al menos no la mayoría, sino personas cuya voluntad es anulada y puesta a disposición de un hechicero o chamán mediante magia negra. Creí más interesante usar ese concepto más tradicional de zombi pero, dadas las limitaciones de extensión del relato impuestas por el concurso, no pude sacar un gran provecho de la idea.

El texto se nota primerizo y, al revisarlo, he estado tentado de publicar aquí una versión reescrita del mismo. Sin embargo, he optado por dejarlo tal y como lo envié al concurso (salvo corrección de algunas faltas), porque cualquier cambio a estas alturas sería inútil e injusto con mi yo del pasado.

Comentarios

  1. Es el que más me ha gustado de todos los que he leido, y he aprendido que un pentagrama es algo más que donde se ponen las notas musicales.

    He buscado en Google “bokor”, con lo que también he aprendido algo del vudú. Gracias.

    Me gusta el tema de la magia, y que hayas usado ciertas mitologías africanas (zombies y bokor) a tu manera. Buen trabajo. Solo una cosa: para textos literarios usa comillas latinas («») como la RAE recomienda ;)

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    1. Me alegra que te haya gustado, aunque me resulta curioso porque este texto desde luego no es de lo mejor que he escrito. Supongo que te llama más por ser más aventurero que los otros que tengo por aquí publicados. ¿Y no sabías que el pentagrama es también una estrella de cinco puntas, también llamada pentáculo, asociada al culto a Satán y la magia negra en general? Por ejemplo, la he visto usar en mucha animación japonesa, en series o películas donde hacen uso de magia.

      Respecto a Bokor, sí, es un dios del vudú, y fue interesante conocerlo a él y la tradición vudú para darle un toque diferente a la temática zombi en este relato.

      Lo de las comillas latinas tiene mal arreglo, no existen en mi teclado (y seguro que tampoco en el tuyo) y tener que estar buscando unos caracteres especiales para estar copiando y pegando no es lo más práctico. Un editor avanzado sí que te puede ayudar con eso, pero el de Blogger no llega a tanto.

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