Exequias de plomo, responso del mar

El sabor del sexo ascendía al cielo nocturno con cada calada. El humo se curvaba rememorando la pasión que el fumador trataba de dejar atrás. Sí, el polvo había sido tremendo, brutal como nadar en lava. Pero eso ya no importaba. Había miles de pavos en ron bajo sus pies, y se lo iba a robar a su dueña por encima de su cadáver.